El Gobernador Pimentel: "El Río Guaire que pasa por este Valle de San Francisco"
La primera visión oficial del Guaire recae en la pluma de Juan de Pimentel (1576-1583), gobernador y capitán general de la Provincia de Venezuela. Pimentel llegó a Santiago de León de Caracas nueve años después de que Diego de Losada la fundase en 1567. Era una pequeña villa con apenas 60 vecinos españoles y 2 mil aborígenes, rodeada por bosques frondosos y bañada por las aguas de frescas quebradas.
El papel de Pimentel es clave en la vida urbanística de la Caracas primigenia. Decidió el Gobernador colocar su sede en Caracas y no en Coro o en El Tocuyo como se acostumbraba. Este detalle jugó un papel crucial en la evolución política, económica y social del quejumbroso rancherío, separado a seis leguas de Caraballeda (actual Litoral central).
El 13 de agosto de 1577, Pimentel le expresa al rey Felipe II: “los encomenderos pagan a los indios con darles de comer y una camiseta y se llevan el oro, padecen mucho los naturales y por el mueren principalmente”. Describe en otras cartas cómo la explotación del oro en la Provincia estaba siendo mal administrada; se extrae, al paralelo, que hacía falta administrar tanto las riquezas materiales como naturales de la ciudad. Todo estaba por hacerse: ordenar, arraigar, sembrar…
Su Majestad deseaba saber “si es tierra llana o áspera, rasa o montañosa, de muchos o pocos ríos, fértil o falta de pastos, abundosa o estéril de frutos y mantenimientos”
En 1577, Felipe II emite una Real Cédula exigiendo una descripción de los dominios de ultramar en América. Su Majestad deseaba saber “si es tierra llana o áspera, rasa o montañosa, de muchos o pocos ríos, fértil o falta de pastos, abundosa o estéril de frutos y mantenimientos”. En fin, conocer “todas las demás cosas notables en naturaleza y efectos, del suelo, aire y cielo, que fueran dignas de ser sabidas”. Lo que sigue es la respuesta del gobernador Pimentel a esta solicitud imperial: la imagen geohistórica y cultural de lo que hoy es la ciudad de Santiago de León de Caracas.
“Un dibujo de virtud tan lleno”
La presencia de Pimentel fue corta en Caracas. Si bien duró escasos siete años como gobernador, su esfuerzo fiscalizador dejó huella. Quedó en la memoria como el moderador de la “provincia y la gente”, anotó el poeta Juan de Castellanos. Su legado es “un dibujo de virtud lleno, que nos parece ser regla y medida”. Ya resuena entonces ligado a la arquitectura y la crónica: un sujeto que contó la ciudad y que la comunicó por primera vez al Rey.
La Relación de la Provincia de Caracas, es un largo y detallado documento con 49 capítulos. Los especialistas afirman que fue publicada en 1578, aunque otros apoyan la tesis de que el año fue en 1585. En ella Pimentel estudia las características humanas, económicas y geográficas de la Provincia: clima, gentes, fauna, flora, arquitectura, paisaje, lenguas, etc.
La ciudad “está fundada en un valle campiña de tres leguas en largo y media de ancho”, relata. “Y todo este valle declina y corre al sur. Llámase el valle de San Francisco. Y en medio de esta ciudad y la de Caraballeda, está la sierra. Y de esta banda de Santiago es la más de la sabana. Y tiene subida una legua por esta parte. Es su temperamento fresco, y húmedo, y de muchas lluvias. Comienzan generalmente en mayo y acaban por diciembre”.
La Relación es acompañada por el primer mapa-plano de Caracas. Allí vemos la traza de calles y solares realizada por Diego de Henares, quien había llegado al valle junto a Diego de Losada. En la traza puede verse un pequeño tablero de ajedrez compuesto de veinticuatro manzanas perfectamente cuadradas, y el centro ocupado por el gran cuadrado mayor que forma la plaza principal.
La Relación es acompañada por el primer mapa-plano de Caracas. Allí vemos la traza de calles y solares realizada por Diego de Henares, quien había llegado al valle junto a Diego de Losada.
En total: 65 casas habían sido construidas. El material predominante: bahareque, paja, cal, arena y piedra, aunque ya comenzaban a utilizarse las tejas y ladrillos. “El edificio de las casas de esta ciudad ha sido y es de madera, palos hincados, y cubiertas de paja. Las más que hay ahora en esta ciudad de Santiago son de tapias, sin alto ninguno y cubiertas de cogollos de cañas”.
Una ciudad rodeada por ríos
Los ríos y quebradas del valle de Santiago de León de Caracas son protagonistas en el plano de Pimentel. Su disposición paisajística respondía a un modelo mesopotámico: una cuadrícula de casas rodeada por seis ríos que la cruzan y la hidratan por todos sus costados.
“Es tierra alta áspera por la mayor parte montuosa y de muchos arroyos y quebradas que llevan agua siempre. Tiene dos ríos principales el uno y menor de ellos pasa cerca de esta ciudad de Santiago de León menos que medio cuarto de legua a la parte del sur”, escribe.
Llámase Guaire nombre de los naturales no se sabe porque causa. El otro mayor se llama Tuy, va por medio de esta provincia, recoge las más aguas de ella. Nacen estos dos ríos en esta cordillera de sierra como ocho leguas de esta ciudad a la parte de poniente. Van a juntarse estos ríos en unos llanos que dicen de Salamanca, nombre que les puso así un capitán, como doce leguas de esta ciudad. Y de allí va a desembocar en la mar del norte.
Como cinco u seis leguas del cabo de la Codera al oriente, el río Guaire pierde el nombre entrando en el Tuy y este le guarda donde que nace hasta la mar. No es esta provincia muy abundante de pastos para ganados y tiene mantenimientos de maíz y ganado vacuno y puercos los necesarios para la sierra. Y se provee de los la isla Margarita y las canoas de perlas que en ella hay”.
Llámase Guaire nombre de los naturales no se sabe porque causa. El otro mayor se llama Tuy, va por medio de esta provincia, recoge las más aguas de ella.
En el plano se pueden ver las quebradas que bajan del cerro Waraira Repano: el Caroata, Catuche, Anauco, Chacao, Túcume y Caurimare; todas desembocan en el cristalino Guaire, principal afluente que cruza de oeste a este el extenso valle hasta llegar al Tuy. Aquiles Nazoa imagina aquel paisaje que describe Pimentel, donde en “los días claros” se podía “mirar cómo iban hilando sus aguas a medida que la montaña se resolvía en floresta”.
“Tienen sus nombres derivados de algún árbol, quebrada…”
Pimentel establece la relación de los aborígenes y la naturaleza, además de dejar constancia de sus costumbres y hábitos. “Y esta nación de indios Caracas tomó este nombre porque en su tierra hay muchos bledos que en su lengua se llaman Caracas”, escribe.
El nombre de la quebrada como el Catuche proviene también de “los árboles que hay en él que se llaman catuchas”. Mirada curiosa la del cronista en anotar este universo particular donde el apetito del europeo va estableciéndose en medio de la dura conquista. “Y la lengua que todos los indios de esta provincia y comarca hablan es la lengua Caraca”. La geografía impone sus propios significados. El lenguaje va asomando otra atmósfera, ya no tanto guiada por el ansia del oro, sino por la riqueza de la tierra y su paisaje.
El río Guaire que pasa por este valle de San Francisco junto a esta ciudad… tiene muchas estancias en que cogen mucho maíz y legumbres, plátanos y algodón
La riqueza de la fauna y la flora que Pimentel observa es asombrosa y variada. El tesoro está en la fertilidad del suelo y sus verduras y tubérculos: “Los refrescos son cazabe, carne y maíz, gallina y alguna fruta como son plátanos, granadas, uvas, naranjas y melones”. Era un valle opulento para el paladar en frutas; sabemos además se daba el níspero, mameyes, anones, aguacates, guanábanas, entre otras.
Múltiples sabores, olores y sensaciones. Veamos la cita: “El río Guaire que pasa por este valle de San Francisco junto a esta ciudad… tiene muchas estancias en que cogen mucho maíz y legumbres, plátanos y algodón. Puédanse sacar regadíos en muchas partes de lo mismo de seis o siete quebradas que nacen de la sierra alta de este pueblo a la parte del norte y atraviesan todo este valle. Corriendo al sur, entran en el Guaire que corre a oriente”.
Las quebradas y arroyos que ve Pimentel procuran la vida a los cultivos. Aunque a veces se convierten en sinónimo de enfermedad como el catarro. “Los catarros son más malos a la entrada del invierno que la salida porque con las lluvias nuevas se revuelven las quebradas y ríos; y como descienden de estas sierras y vienen mal asentadas quebrantadas y crudas y poco asoleadas”.
En 1580 la ciudad fue asolada por una epidemia de viruela que dejó miles de víctimas Pimentel dejó el cargo de Gobernador el 21 de noviembre de 1583, aquejado de quebrantos de salud. Se presume que murió tres años más tarde en Caracas. Su testimonio sigue siendo fuente importante para el estudio de nuestra historia colonial.